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Lunes, 7 de abril
Desayunando en Hotel Le Baron
A las 8 de la mañana aparece nuestro conductor (Jaled) su furgoneta al lado del Hotel Le Baron. Este conductor es subcontratado de otro con el que pactamos precio y condiciones, discrepando sobre las condiciones (que no el precio) del servicio a prestar. Al final, la cuestión se resuelve amigablemente.
Partimos a las 9 para Ebla, las Ciudades Muertas y un Museo del período bizantino, todo en un radio de 30 kms. de Alepo. Mucha historia y monumentos.
Casa habitada por beduinos en las Ciudades Muertas
La Ciudades Muertas nos impresionaron, pues sus restos evidenciaban una calidad de vida que nos parece increíble a la luz de los años. Lo pasamos muy bien y con muy buen “rollo” en el grupo y con Jaled.
Por la tarde, visitamos el Monasterio de San Simeón. Fenomenal. Vale la pena.
El grupo (menos la "fotógrafa" en San Simeón
Regresamos pronto al Hotel Le Baron y cenamos en un restaurante al lado mismo, pues el restaurante del Hotel estaba tan desangelado (cero clientes..) que pensamos razonablemente que sería bueno que en cuestión de pitanza largarse de allí. Además, los dos o tres tíos que parecían los “gerentes”, nos daban la paliza constantemente con sus invitaciones a cambiar moneda, tanto que parecían moscardones y queríamos perderlos lo antes posible.
No recordamos el nombre del restaurante, pero está en la primera planta del edificio de al lado del Hotel. Tiene una pequeña terraza y los precios son muy buenos para nuestro poder adquisitivo. Además, sirven birra y vino sin hacer los ascos habituales de muchos otros sitios de Oriente Medio.
Martes, 8 de abril
Hoy, sin Jaled, pero con un guía autóctono que hablaba un correctísimo frances, dedicamos el día a visitar Alepo, a excepción de la Ciudadela, que estaba cerrada.
Un poco de todo (Mezquita, Zoco, Barrio Cristiano,…..). Almuerzo en el Barrio Cristiano, diez por ciento de la población de Alepo y varias confesiones cristianas (griega, maronita, armenia, católica siria,…). Se aprecia mejor nivel de vida que en el resto de la ciudad. Almorzamos en un restaurante del sector cristiano.
Por la tarde nos dirigimos a la estación ferroviaria de Alepo para adquirir unos billetes de coche cama para el regreso de Damasco a Alepo el sábado 12 que no resultó posible adquirir por Internet, ya que la Web de la empresa ferroviaria estatal siria (CFS) no lo contempla
http://www.cfssyria.org/CFS/index.php?option=com_frontpage
Nueva sorpresa en este agradable e insólito pais: En Alepo solo se pueden adquirir billetes con de trenes con origen en Alepo. Si se quieren obtener para trenes partiendo de Damasco, es necesario adquirirlos en Damasco o llamar por teléfono (cuyo número nos facilita el factor de la estación) a las taquillas de Damasco....,sin comentarios.
A cenar otra vez en el mismo sitio de ayer y nuestro amigo César comienza a piar (no salimos de cordero y pollo, especialmente pollo) y Gonzalo a ponerse histérico, ya que no logra confirmar la reserva de un vuelo interno (Adana-Estambul) por Internet, con lo que su plan de retorno está en el aire.
Otra vez a dormir en Le Baron…y mañana despedida de Alepo.
Miércoles, 9 de abril
Cargadas nuestras mochilas en la furgo del amigo Jaled, salimos las 07:30 con un largo recorrido. Comenzamos con Hama y sus gigantescas norias, luego Apanema, y nos dirigimos hacia el Crack de los Caballeros, a donde llegamos casi cerrada la noche.
Recién llegados al Crack...somos casi unos "crack"
Por el camino compartimos té y kefir con unos beduinos que nos soportaron, habiendo almorzado un par de horas antes en un restaurante de cristianos ortodoxos griegos. Espléndido. Espléndido también el trato recibido por parte de unos polis sirios que estaban en una mesa de al lado y con los que brindamos por todo lo humano y divino de forma reiterada (especialmente Gonzalo).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyVAE5M6XYsJ7F-zals82ndjJrRcgQCD9wepLrX-P8JrPjwL7FlvMQ-6egtAOwe5oxiqRix0k8o-f02fR08hW-qq0KfTE7udg2BOEte_oa1B5bNoZH3tLQ1j5BFlH2UYz95kL-TPNzg3s/s400/t%C3%A9_con_beduinos.jpg)
Simpáticos y acogedores
Alojamiento fetén en un hostal al lado del Crack y cena informal (no tenía restaurante) con pizzas del “telepizza local” y habitual vino libanés.
Jueves, 10 de abril
Toda la mañana en el Crack, que, sin duda, es de lo más relevante de Siria y del cual hay mucha información en la Red.
Sobre las 12 del mediodía nos largamos pitando hacia Palmira (250 kms.), pero Gonzalo sigue inquieto por no tener resuelto el tema del regreso para enlazar con su vuelo en Estambul el lunes por la mañana y decide, con Tina, quedarse en Homs y tomar un tren para Damasco, en modo a poder resolver el asunto del billete. César, por su parte, quiere acompañarles para dedicar más tiempo a ver Damasco. Así, el grupo se fracciona en 2
3 a Damasco y 3 a Palmira.
En la estación de Homs, toda una aventura para lograr que la señora de la taquilla (que no hablaba más que árabe) entendiese lo que le pedíamos. Finalmente, llega el Jefe de Estación con otra empleada ¡¡¡venezolana¡¡ y que nos resolvió todo en un plis plas y nos acompañó hasta la puerta del tren.
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Hasta el Jefe de Estación nos saludó amigablemente
El tren, fenomenal, un automotor de 4 vagones construido de 2002 en Corea del Sur y dotado de todos los servicios (vídeo, música, té durante la marcha, etc.) nos permitió ver un paisaje diferente (desierto, suburbios de Damasco,..). Llamativo: 180 kms. de recorrido con 1,80 € por viajero….vamos, una caña en Madrid..).
César y Gonzalo al partir de Homs
Pequeño/gran (depende de cómo se mire) timo del taxista en la estación de Damasco: Por llevarnos al Hotel (unos 5 kms.) nos cobró el equivalente a 7 €. El mismo recorrido cuando regresamos del hotel a la estación el sábado: 1€. En el primer caso, sin taxímetro.
Recomendación: Si tomáis un taxi en Siria, con taxímetro y fijándoos en el marcaje inicial (bajada de bandera, unos 20 céntimos de euro –equivalencia-. Caso de no tener taxímetro, siempre acordar precio ofreciendo un billete en moneda siria. Una carrera normal dentro del casco urbano de Damasco o Alepo no debe costar más de 70 “syrian pounds” (libras sirias), es decir, 1€. Esto os dará una referencia de precios de transporte.
Llegamos al Hotel y, sorpresa, sorpresa, no hay habitaciones disponibles, pero tiene casi al lado un “apartamento” (sic), casi por la mitad de precio, pero que, una vez dentro vemos que
1) A las camas le faltan las sábanas de arriba
2) No hay más que dos toallas para 3 personas.
3) Tiene un sistema de calefactaje del agua con una bombona de ¡¡propano¡¡ en un habitáculo que sirve de WC y sin ventilación alguna…
4) Etc.
Como no estamos para discusiones y tenemos un hambre feroz, aceptamos y nos vamos a apagar la sed y llenar el estómago, pero antes Gonzalo arregla en la agencia de Turkish Airlines de Damasco el asunto de los billetes Tina + Gonzalo del vuelo de enlace Adana – Estambul.
Dormimos –eso sí- como lirones.
Viernes, 11 de abril
De Belén, Paco y Raúl, a los que abandonamos en Homs, nada sabemos, aunque han quedado en ponerse en contacto con nosotros a la llegada a (nuestro) Hotel.
Aseados y duchados en el “cuarto de baño” del apartamento, cuya descripción omito para evitar un nuevo “descojone general”, desayunamos en un café en el que nos “clavaron” (seguimos “pecando” como “guiris”) y dedicamos los tres (César Gonzalo y Tina) a callejear por Damasco y sobre todo, ver la Mezquita Omeya y la Tumba de Saladino, a lo que dedicamos la mañana. Al mediodía comemos en el barrio cristiano, en una terraza y aquello nos supo a gloria, incluido el cafetillo y la charleta mantenida con nuestras vecinas, dos guapísimas sirias que tomaban una pizza (una “in” a lo occidental, la otra “in” a lo islámico en perfecta armonía…esto es alianza de culturas y no el rollito de las civilizaciones que aquí nos han montado). Nos levantamos y a callejear por toda la zona para ver si comprábamos algo, especialmente “réplicas” de los rollos de moda (cartier, tag, breitling, …) que estaban tiradas de precio, pero que “cantaban” su falta de originalidad a tres metros de distancia. Concluido nuestro peregrinaje, recorrimos a pie medio Damasco para llegar al Hotel, incluido el pasaje por la acera de un centro de “no sé qué” (no había ninguna identificación exterior) donde unos tíos de paisano y con un armamento acojonante nos “sugieren” salgamos de allí echando leches. Ni que decir tiene que, sin correr, por no demostrar nuestro pánico, nos movimos del sitio a paso militar.
Nuestros esperados ausentes nos largan un SMS para decir que no encontraron sitio en el Hotel (no solo no perdieron, si no que ganaron al cambio) y que se fueron para otro lado y que vienen enseguida. Arreglados todos los asuntos pendientes, acordamos ir a cenar a un sitio en donde se pudiera beber algo razonable en estos casos (birra y/o vino) y encontramos restaurante del Hotel Omeyead. De miedo, una cena a la francesa que nos compensó las desventuras precedentes. Allí, César decide “acoplarse” a los demás, ya que Gonzalo y Tina regresan al día siguiente a Turquía, vía Alepo.
Nos vamos al apartamento-hotel (¡albricias, ya hay sábanas y toallas¡) y a la piltra.
Sábado, 12 de abril
Gonzalo y Tina callejean por Damasco durante la mañana, mientras César, Paco, Belén y Raúl se van a ver la Mezquita Omeya y más monumentos. La Ciudadela no podrán visitarla, pues, como a nosotros nos aconteció ayer, está cerrada por obras.
Quedamos a comer juntos en un restaurante griego de la zona cristiana.
Buena comida y tirada de precio, como habitualmente en Siria. Allí nos separamos los dos grupos, pues Gonzalo y Tina retornan a Alepo en el tren de las 17:45 y los otros cuatro se van de compras para mañana hacer –siempre con el inseparable Jaled- el sur de Siria (120 kms. al sur de Damasco: Borsa, etc.)
Tina y Gonzalo, recogen sus bártulos en el alojamiento y se largan en un taxi a la estación del tren, en donde……….¡sorpresa,..¡ el tren de las 17:45 es un conjunto de vagones, limpios pero totalmente destartalados, con un vagón restaurante en el que sería imposible sentirse a gusto. Eso sí, los compañeros de viaje (sirios todos) que iban con ellos, acogedores, serviciales, etc.
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Habitación de Lawrence. Parece que nada ha cambiado
El tren, bastante rápido, les hace llegar puntualmente a Alepo (22:50) y como no tienen nada reservado, se van de nuevo al Le Baron, en donde les asignan la misma habitación que ocupó Lawrence de Arabia. Como los muebles eran tan de la época, la verdad es que hubo momentos en que estos huéspedes pensaron les podían obligar a pagar la factura que el amigo Lawrence dejó de “pufo” en su momento y que el hotel guarda en una vitrina como una reliquia. No fue así, pero el tipo de la recepción les metió el “pufo” a través de una conversión euro a dólar que figuraría en el guiness.
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La factura demostrando que Lawrence era un poco-bastante morosillo
Domingo, 13 de abril.
(Relatamos a partir de este momento los eventos de Tina y Gonzalo, en espera de una breve nota de lo acontecido al resto, que retornaron sanos y salvos el viernes 18 y sábado 19).
Visitamos la Ciudadela de Alepo. Bien, vale la pena, y vale la pena también tomarse un té en el café situado en la cumbre, por la panorámica.
A continuación, en la “otogar” de Alepo, preguntamos por autobuses para Antakia o Adana y nos dicen que nada, na nay de china, que en taxi o nada. Concertamos taxi para las 15:00 para Antakia por el equivalente a 13 €.
Comida en restaurante conocido y recoger mochilas y a la “otogar”.
Alli –nueva sorpresa- encontramos presto para salir a las 15:00 …¡un autobús destino Antakía¡. Preguntamos al conductor si podíamos ir y nos dice que sí, que sin problema. Pero, al instante, aparecen 2 taxistas sirios que hablan con el conductor y este nos dice que ahora no, que nada, que no nos deja subir. Volvemos al plan “concertado” y cuyo desarrollo podría ser novelado.
Aparece un Fiat 131 destartalado, nos dice que subamos, pero que metamos las mochilas al lado nuestro en los asientos de atrás. Viene un tío y sube al maletero 4 ó 5 latas de 20 l., llenas con algo. A continuación sube en el asiento delantero un tío que dice ser de Mersín (Turquía) y amigo del taxista. El coche sale como alma que lleva el diablo, haciendo adelantamientos terroríficos por una carretera que ya se puede uno imaginar, dirección a la frontera. Llegados a la frontera, el taxista y el turco pasan al tax-frei y vienen con un cargamento de …cartones de tabaco. En el ínterin, nosotros 20 minutos en el control sirio, papel que falta, papel que aparece, etc.
Luego, 2 horas en una cola interminable en el lado turco, revisando maletas, maleteros, mochilas, fardos. Los turismos parecían camiones.
Revisión a fondo de nuestro vehículo. El aduanero pregunta si parte del tabaco es nuestra. Como no tenemos clara la cosa decimos que no, luego sí y el aduanero turco nos regaña un poquito, pero lo acepta.
A todo esto, un calor sofocante en medio de las montañas. Nos cepillamos casi dos botellas de litgro y medio de agua. Estuvimos a pedirle al taxista cargar nuestras botellas de plástico con el agua (que suponíamos, pues vino no creíamos) de los bidones del maletero.
Llegamos a Antakía y en vez de dirigirnos directamente a la “otogar”, el tío se detiene en una callejuela y de una pequeña nave sale un turco con tropecientos bidones de plástico de 20 l. vacíos. Nosotros nos bajamos a respirar y contemplamos las operaciones de logística integral que se iban a desarrollar.
El turco acompañante baja los bidones del maletero y el taxista comienza con una goma introducida por la boca del depósito un trasvase a los bidones vacíos que trajo el otro turco. Dada la cantidad de bidones, estaba claro que había más combustible que el del depósito, por lo que allí había “tomate” (zonas suplementarias). No sabemos, pero, entre unas cosas y otras, el asunto rondaba los 200 l. o algo parecido.
Explicación: El negocio no era nuestro transporte, si no el trapicheo (en un lado el litro a equivalente a 7 céntimos de euro y en el otro a 1 euro y 60 céntimos).
Ya tranquilos, tomamos el autobús para Adana, 3 horas de viaje….bien.
En Adana, llegados a las 23:30, buscamos un taxi para el aeropuerto y nueva sorpresa, pues un pretendido taxista nos conduce a un lugar medio oscuro para subir a un coche que no ostenta rótulo alguno de taxi, a lo que amenazamos en alto con gritos de ¡policia¡ y el tipo de larga al escape.
Tomamos un taxi “normal”, llegamos al aeropuerto a las 00.30 (del lunes, ya) para tomar nuestro vuelo Adana – Estambul de las 04:30, enlace en Estambul al vuelo destino Madrid y en casita a las 2 de la tarde, con un sueño descomunal y los riñones magullados.
A quien quiera oír y escuchar:
A) Ni de coña hacer el viaje en solitario. En pequeño grupo resulta altamente recomendable.
B) Se ahorra un pastón haciéndolo por “libre y a la carta”.
C) Negociar todo. Si no te entienden, billete local y dígitos con dedos.
D) Pasaportes.- Jamás desprenderse de ellos (en los hoteles que os tomen los datos y en las fronteras no depositar en los taxistas)
E) Cambio.- En la banca oficial. Utilizad moneda local con preferencia.
F) Paisanaje.- Excelente, tanto en Turquía como en Siria. Algunos un poco pesados con los turistas, pero es inevitable (y si no que lo preguntan a algunos extranjeros que nos visitan a nosotros).
G) Transporte público.- Bueno, muy bueno, en ambos paises. Recomendamos el tren: Es una buena forma de conocer un país por el paisaje y por la conversa con otros viajeros.
H) Seguridad (safety): Visto lo del taxi Alepo – Antakía, uno podría creer que aquello es la leche. No es así, aquello fue una excepción, las cosas son seguras. Inevitable encontrarse con algo como la bombona de propano, que no sería difícil que te ocurriera también aquí. Otras cosas se han visto. Trenes y autobuses, limpieza impecable y constante. Da gusto.
I) Seguridad (security): Fenomenal, especialmente en Siria. Siempre “sientes” la policía cerca. Podrías perder la cartera en la calle y seguro que la tienes en tu poder antes de un par de horas. Da gusto en este aspecto el hacer un viaje por estos dos países. Otra cosa es el “trapicheo, choriceo, etc.” de algunos profesionales (no todos), como taxistas. Pero el resto (restaurantes, bares, comercios, etc.) impecables.
Nuestro próximo viaje: Mayo ó junio 2009, zona a determinar, pero no nos resignamos a volver en plan aventurero. Dejamos -por ahora y hasta el advenimiento de achaques postjuveniles y preseniles- esas cosas de playita, crucero, etc.
1 comentario:
Vaya viajecillo, que bien se lo pasa el personal.
1 Saludo. Robert Allen Zimmerman.
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